Cuando un ser humano despierta, no sucede que el mundo cambió o que las personas a su alrededor cambiaron, sucede en su interior que todo lo mira con amor, con absoluto amor, dejando los juicios de lado, haciéndose cargo de las cosas que tiene que hacer o modificar para llegar a donde quiere llegar.
Cuando una persona despierta, comienza el arduo camino del despertar, donde comienzas a ver una realidad que duele, es como si todo se rompiera para volver a construirse de una forma más sana y armoniosa.
Para crear algo más sano y armonioso hay que romper los cimientos, por esa razón hay que ir hasta la profundidad a buscar todo aquello que necesita ser transformado en amor y sanación.
Cuando todo esto sucede, cuando comienza la construcción de uno mismo, la mirada se vuelve maravillosamente mágica, comienzas a percibir la importancia del respirar, comienzas a entender que cada segundo de respiración vale tu presencia, tu mirada observa otra realidad que se refleja desde tu interior.
Hay que construir desde adentro hacia afuera para comenzar a vernos con ojos de amor incondicional y luego mirar al mundo con absoluta armonía